El artículo de Manolo Garí [1] nos ha hecho revivir el Moro al que amamos, al que seguimos amando y al que amaremos tanto ; con su capacidad para tejer amistades capaces de resistir períodos de alejamiento físico prolongados (como en nuestro caso) y para guardar lazos colectivos que, cuando le visitamos en Madrid el año pasado, nos permitió reencontrar a otros amigos que nos veíamos desde hace tiempo.
¿Podemos añadir alguna « pasión » más a la lista de « pasiones » del Moro de la que nos habla Manolo ? Tras nuestra visita en Madrid, comenzamos a enviarle saludos afectuosos por e-mail en forma de fotos de pájaros (Pierre Rousset, es un ornitólogo empedernido. ndt) que le gustaron. Un día tuve la mala fortuna de enviarle una bonita foto de una mariquita y su respuesta fue clara : pájaros, sí, mil veces sí, pero insectos…. No sé si se trataba de una de sus « grandes » pasiones, pero el Moro tenía una debilidad por los pájaros y, sobre todo, por ese majestuoso carroñero que es el buitre.
La colaboración más estrecha con Moro la tuvimos en la Escuela de la IV Internacional que inauguramos en 1982 en Ámsterdam. Aquella Escuela fue algo más que una clásica escuela de formación. Las sesiones de trabajo estaban animadas por un equipo en el la que la mayoría de sus componentes, como el Moro, habían comenzado a militar en los años 60 y que durante años formaron parte de la dirección de nuestra Internacional. Se trataba de un trabajo de reflexión colectivo sobre las enseñanzas de nuestra actividad militante durante los años 60-70 y, más tarde, de los 80. Esta « elaboración permanente » enriquecía los informes que se presentaban y se nutría de las aportaciones de las y los participantes en las sesiones [2].
El Moro aportó mucho de su experiencia en el Estado español, en la dirección de la Internacional o en América Latina. Como recuerda Manolo, encarnó el compromiso militante de la generación de los años 60 y, también, la generosidad humana a la hora de pasar el testigo a las generaciones futuras.
También nos dio un cálido apoyo -que apreciamos mucho- al micro-equipo permanente del Instituto de Ámsterdam y nos permitió deleitar a todos y todas las excelentes y gigantescas paellas que preparaba.
29/01/2014
Sally et Pierre Rousset